Por: MBA Jorge Enrique Vanegas-Periodista, capacitador y consultor empresarial
En medio de las nuevas desafiantes y turbulentas realidades como el rigor de la pandemia, la explosión de la virtualidad y la digitalización global de la humanidad, sociedades y empresas con las arrasadoras consecuencias del COVID 19, hechos que han marcado el cambio radical más grande en la historia y han propiciado con mayor celeridad la era del despliegue intensivo de la inteligencia artificial, la robótica, con el nuevo imperio de las redes sociales en el que asistimos a un mundo hiper informado que recibe un sunami de información en tiempo real y cuyo resultado nos muestra a un ser humano cada vez más lejano a los cánones de las buenas maneras de comunicarse y de negociar con valor agregado real el cual nos proyecta un mundo lleno de información pero muy mal comunicado.
Este es el dramático contexto del exceso de información y del juego a la desinformación que provoca enormes afecciones a la higiene emocional por los fake news (noticias falsas) e infoxicación con otra pandemia: la infodemia una transgresión ética no solo al buen periodismo sino al arte, ciencia y disciplina de la buena comunicación. Un enfermedad llamada indigestión de información ante la saturación por la sobredosis de información y de unos medios de comunicación que amplifican la desinformación convertidos en grandes desorientadores de la opinión pública hoy sometida a las verdades a medias, que son replicadas en segundos a través de las redes, como un alimento malsano para los nuevos ciudadanos net, un nuevo consumidor y seres que se relacionan e interactúan cada vez más desde la distancia social y la distancia física como la muy fría cercanía artificial, opinando y actuando sin analizar contextos antes de hacerlo.
Estamos ante una nueva ciudadanía: informada, educada, hiper conectada, muy activa social, políticamente y más juzgadora por la proliferación de medios virtuales y digitales ante un humano actual más juzgador, poco tolerante, sensible y con su psicología mal nutrida tanto que asumen dichas verdades a medias como absolutas para luego expresarse, sin corresponsabilidad y con la inmediatez que nos permite la tecnología a través de la inagotable lista de medios online, padeciendo de una delicada enfermedad: la agudeza de la anemia de la reflexión y del no pensar antes de opinar y de comunicarse posteando expresiones llenas de agresividad, con tono beligerante y un espíritu conflictivo y de agresividad desbordados por tantas cosas contenidas y la basura mental de lo que le llega incrementado por el agobio emocional causado por los nefastos efectos del virus que cambió el rumbo del sistema de vida, de trabajo como de la convivencia, el que nos puso al límite a todos y que hoy nos presenta a un ser humano muy visceral en sus maneras de interactuar y de pronunciarse ante cualquier hecho sin terminar de adaptarse al nuevo eco sistema de vida.
El teletrabajo que cada vez se impone e impondrá más en las organizaciones incomunica, la ausencia física del lugar de trabajo genera corto circuito en la comunicación. Y la gente hoy está más agobiada trabajando desde casa, además terminan trabajando el doble cumpliendo roles que antes no hacían y las jornadas de lejanía física e interacción con los demás no igualará nunca las mismas interacciones humanas bajo un techo compartido, en la familia o en la empresa. Esto afecta el trabajo en equipo, la productividad e impacta negativamente las culturas organizacionales. Si no hay líderes cercanos, si no se comunican constantemente para alentar a su gente, sino les motivan bien difícilmente ganarán el mejor concurso de las personas. Esto valida el poder de la comunicación como el motor de las organizaciones, ante un negocio donde el diálogo está cortado, como espejo de todo lo que ocurre afuera.
Otro alimento que ha llevado a esta verdad de la humanidad y muy particularmente del país, toca con una economía fracturada, en el más profundo de los déficits fiscales de todos los tiempos, una problemática social muy grave por la pobreza que afrontan millones de compatriotas, más una polarización extrema del aspecto político de la nación que ha llevado a marchas permanentes y protestas masivas que implican más daños para la dinamización y la reactivación de la economía, al perjuicio de las empresas y de los propios consumidores, escenarios muy complejos que hacen a Colombia de nuevo una marca tóxica mundialmente, lo que repercute y repercutirá con el sector turismo como hoy en las propias importaciones y exportaciones debido a que han paralizado los puertos con los efectos adversos para las industrias de todos los sectores y que son caldo de cultivo para lo que es un problema delicadísimo de salud pública, la enfermedad mental por los estados emocionales conmocionados y alterados y el temor de los habitantes y la población nacional en medio de una violencia desaforada y los riesgos, de sentirse inseguros y temerosos solo con el hecho de salir de sus casas, de ir a trabajar o de utilizar transporte público, lo que en el país hace más del 75% de los colombianos. Hay un freno total para la productividad y no lograr conectar los tanques de oxígeno a tan deteriorada economía.
El ámbito empresarial sí que lo está padeciendo y sufriendo, no escapa a ser drásticamente permeado por estas circunstancias, por un entorno tan caótico y peligroso que permea todos los escenarios de vida: familiar, laboral y social. Es aquí donde se requiere, hoy más que nunca antes de un alto liderazgo en las organizaciones, públicas y privadas, de una mayor adaptabilidad y las transformaciones necesarias al interior de las compañías para abordar la hostilidad de factores externos y enfrentar con determinación la realidad de un estado de crisis.
Una faceta fundamental de la competitividad personal de un máximo directivo de empresa, de un gerente, un director de área en los procesos claves de una negocio como: marketing, ventas, logística, servicio, tecnología, digital, humana, producción, administración, finanzas, jurídica, calidad, aprovisionamiento (compras), community manager, y en cualquier rol un jefe, un coordinador, un miembro de un equipo de trabajo, y en general, de toda persona es la de comunicarse con coherencia, de manera sana y con higiene, en todos y en cada uno de los escenarios en los que interactúan. De igual manera, como ocurre, en las acciones cotidianas de la negociación en las interacciones con los demás, en el trabajo, núcleo de familia y el social en las empresas, tanto con el cliente y público(s) clave de interés de cada organización: una interrelación saludable con los clientes externo(s) como los internos.
Los desafíos de la buena comunicación y de la negociación, uno de los más complejos retos que debemos abordar frente a distintas circunstancias de mayores dificultades en los actuales entornos desde los más amables, abiertos y positivos hasta los más tormentosos, poco gratos, complejos y en cambio permanente, reflejan hoy las más diversas situaciones en medio de las cuales transcurre el día a día de una nación fisurada y dividida en la que se negocia muy mal y nos comunicamos peor cada día con otros expresando con violencia el cómo nos comportamos y el cómo somos. Por ello la guerra que se está perdiendo hoy es desde la comunicación, pública como privada.
Estamos ante otra pandemia de incalculables consecuencias en el presente, el corto, medio y largo plazo. Es la mayor época de la información de la historia y en contraste de la mayor desinformación. La gente cree que todo lo que oyen o leen son la verdad, los hechos son como son y no como se cree que son. Este es uno de los puntos de ruptura más relevante, estamos ante una avalancha de datos y más datos, la información no se digiere y no hay higiene informacional en la era de la mega información y mínima comunicación. Esto toca con todas las compañías, en la familia, han crecido exponencialmente los casos de violencia intrafamiliar como la discordia en los terrenos de las empresas. Una crisis demasiado profunda porque las personas hoy son mediáticas, ya no dialogan y no escuchan para entender, oyen a medias para contestar y cada vez lo hacen de forma más visceral.
En la vida la actividad más repetitiva del ser humano es la de negociar, vivimos en una constante negociación con los demás, en el hogar, en el trabajo. Es tiempo de sacar la mejor versión de cada persona ante tanta problemática infecciosa y tóxica, momentos de llevar a escena el Yo coherente en el ser, en el pensar, sentir, decir y hacer, en la mejora al comportamiento social y de lo comunicacional. La mala comunicación malogra cualquier negociación y alimenta los desacuerdos. Esto corroe la vida en la familia, en las empresas y lo social. Quien no comunica bien es una persona en cualquier cargo y línea jerárquica en el universo organizacional que no gerencia, no administra y no tiene poder de la conexión con los demás. Comunicar y negociar bien ahora es más trascendente y crucial en la medida que los procesos de las organizaciones son cada vez más automatizados. Comunicarse es producir acción, hacerse entender, que los demás entiendan y actúen. Una comunicación que no lleve a la acción es estéril e inútil. Se trata de comunicar para lograr en la empresa resultados, generar valor para todos y un efecto que sea de aportes. Esto distingue a los verdaderos líderes, a la gente con mística de empresa y una cultura de valores con un personal comprometido, con identidad y sentido de pertenencia. El exitoso forja empresas felices para los clientes y para su gente, el capital humano, sus clientes internos. Para ello la comunicación es una piedra angular del éxito o del fracaso.
Comunicar y negociar es lo más habitual, negociamos y nos comunicamos permanentemente con otros expresando en ello quiénes somos. Es algo que nos atañe a todos en cualquier etapa del ciclo de la vida humana que es vital en la tarea profesional y empresarial. Un aspecto que trasciende en la propia calidad de vida y en las formas de relacionarnos con los demás y el cual tiene en la inteligencia emocional y en la programación neurolingüística propia, positivista y constructivista, a uno de sus puntales.
En el mundo de hoy quien tenga competencias y capacidades para la comunicación, saber escuchar activamente, saberse expresar y hablar bien en cada uno de sus escenarios, con el manejo de la comunicación, tendrá notables ventajas diferenciales en un tópico clave que los demás perciben siempre bien y valoran. La buena comunicación es empatía con los demás.
De forma permanente estamos en la actividad de escuchar, de hablar, de negociar y de comunicarnos con múltiples personas y ante muy diversos públicos, individuos con distintos estereotipos y estilos de negociación, lo cual es repetitivo en nuestra vida diaria. El participar y actuar ante los dirigidos, en una reunión del área de trabajo, una sesión de capacitación, una conferencia, una presentación ante clientes, un informe a la directiva, a los jefes de área, a compañeros, con el propio grupo de trabajo de la compañía y en decisiones familiares, implican continuos retos comunicacionales para los protagonistas.
El saber abordar y enfrentar, integralmente, todas las situaciones que se puedan presentar al dirigirse e interactuar con distintos públicos y personas, exige de unas muy importantes habilidades y destrezas comunicacionales para atender exitosamente los desafíos que nos plantea el dirigirnos y comunicarnos con otros de manera eficaz, efectiva y con asertividad para lograr una mejor conexión con nuestros interlocutores, especialmente con nuestros públicos de mayor interés. Y. solo es de doble vía siempre entre dos o más interlocutores
Escuchar y hablar en público y/o en el cara a cara con los otros no se trata únicamente de la expresión oral, se trata de los gestos, de la mirada, de la presentación personal y argumentativa, del vestuario, de la actitud corporal, la comunicación no verbal y, sobre todo, de la manera de trascender de un estado de ánimo y mental en todas y en cada una de nuestras manifestaciones. Todo es un lenguaje, todo comunica.
Una gestión integral de nuestras actitudes en el mundo profesional al comunicarnos es la mejor carta de presentación personal y de compañía para crear impacto y despertar entusiasmo ante los diferentes interlocutores con los cuales debemos relacionarnos en el contexto del día a día, de cada circunstancia, un asunto definitivo en las negociaciones y acciones ante y con los demás en las situaciones que abordamos ante clientes, proveedores, coequiperos, como en otras interacciones empresariales y en las familiares. El hacer esto bien nos lleva a vender mejor nuestras ideas, nuestra imagen, nuestro tema, nuestras propuestas, nuestros productos, nuestra empresa, en nuestros argumentos trascendidos al lenguaje y en cada vivencia, dentro y fuera de nuestra compañía y lugar de trabajo. Comunica mejor quien toca fibras y genera emociones positivas que generen sentimientos de afecto.
Las muchas experiencias cotidianas resultado de diferentes relacionamientos con muchos y diferentes públicos y personas de distintos niveles sociales, culturales, profesionales, los clientes, compradores tanto industriales o comerciales o consumidores finales, entes, contratistas, outsourcing, filiales, entre otros, más el público interno de cualquier área y nivel, permiten plantear una serie de recomendaciones para tan complejo arte de la comunicación y de negociar para todos como una función convertida en una competencia clave y más quienes dirigen como caras visibles de una organización o de áreas que representamos ante los clientes y públicos externos o internos, con quienes coincidimos. ¿Cuántas negociaciones realizamos en un día? y ¿cuántas negociaciones son suficientemente bien articuladas, preparadas y estructuradas en la cotidianidad? Precisamente el no hacerlo es lo que genera altos niveles de desacuerdos, de desgaste, de incongruencias y de desequilibrios para los intereses de una gran cantidad de personas, grupos o empresas que son afectadas como consecuencia de indebidos procesos para la comunicación y la negociación, un tema del día a día en el mundo empresarial, familiar, social. Negociar con valor agregado real es crecer el tamaño de la torta, en donde todos ganen y no se le divida más y para lo que la clave es la clara identificación de los intereses de las partes.
En los negocios debe hablarse de negociación para la competitividad, negocios que son altamente dependientes e interdependientes de aspectos: Intra - empresa, Inter.- empresas y externos a ellas, lo que exige de una adecuada preparación, de una intensidad y nivel de dedicación de tiempo y análisis como asignación de recursos, de roles, que varían en función de los objetivos a alcanzar, además del equilibrio racional, equilibrio emocional y equilibrio espiritual entre sus actores más el apalancamiento en instrumentos estratégicos como una metodología pertinente de preparación de cada negociación y personas capaces de crear valor para todas las partes involucradas en ella. Es hoy un grave problema de hogares, empresas, social y de país. Los malos hábitos de comunicación como de negociar destruyen valor. Es un vicio muy nocivo, el mundo de hoy en la Colombia actual solo está leyendo títulos, en redes sociales, en medios de comunicación, en las organizaciones. Y una ley de los buenos hábitos es el de la reflexión, del informarse antes de acerca de los hechos, de analizar todo el contexto para poder tener altas capacidades para persuadir, poder de convicción y conexión positiva con los demás.
Por todo esto en el mundo actual cada vez es más difícil negociar y no se entiende una empresa en la que su mayor problema es la falta de comunicación. La gente bien comunicada siempre actuará mejor y estará más motivada y comprometida. La comunicación no es hablar bien, es dialogar bien. Si en Colombia en todas las esferas hubiera verdadero diálogo, nuestro mundo sería diferente y tendría un panorama más alentador.
Esto nos lleva a hacer un llamado a restaurar la Comunicación con valor e ir a su rescate. Es un asunto de todos.
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