Historias por contar

Por. Adriana Cardona López

 

Dicen los que saben que aún en el año 1934 se viajaba en Colombia a lomo de mula y que los caminos de herradura abundaban. Para esa época el doctor Jairo Villa Vieira ostentaba el cargo de secretario de minas y colonización y que con certeza afirmaba que el Chocó era una tierra de promisión y que a la propiedad minera debía darle un sano respaldo jurídico.

 

Hoy vemos como el debate jurídico y social conforme al título minero y tierras baldías nos hace reflexionar; nos traslada al mundo de la colonización y los descendientes de los esclavos de las minas fluviales de las tierras bajas del pacífico; que marcan la tradición. La explotación artesanal del oro en el Chocó rural ha quedado atrás; aquel llamado “mazamorreo”. El Chocó aún muestra su riqueza vegetal en esa densa selva tropical húmeda y que sus numerosos ríos y afluentes nos enseñan que el clima es el aliado para el hombre que marca la ruta del lavado del oro.

 

La extracción del oro nos muestra la diferencia a un territorio que por décadas fué olvidado por el Estado en programas de desarrollo y que aún desde 1934 no se resuelve el conflicto. Las vetas y aluviones se disputan y que hasta que no se estabilice la propiedad minera el conflicto perdurará en el tiempo. Hoy las Comunidades negras hablan del derecho del uso y posesión de lugares mineros fluviales y que estos nos quieren recordar que su descendencia es bilateral; pero sus espacios mineros y su posesión no se puede actualizar y los hace enfrentar a una especie de ruptura social.

 

Cada vez será más difícil ver brillar el oro en los ríos y si creyéramos en las teorías místicas y observar al interior de aquellos ríos para extraer el oro con unas gotas de mezcla étnica en una tierra que reclama su propia historia y así podríamos saber manejar este conflicto.

 

Fuente: Wikipedia: Dr. Jairo Villa Vieira

Mazamorreo