La pasión de crear

Por: Horacio Fernández.

 

“La creatividad es la conservación durante toda la vida de algo que en rigor pertenece a la experiencia infantil: la capacidad de crear el mundo”

 

-Donald Winnicott

 

Encuentro en el arte, en la música de manera muy marcada, expresiones en las que veo con claridad impactante la manifestación de una de las condiciones fundamentales, si no la más, para ejercer a cabalidad el oficio de artista: la entrega. “El director es uno con la batuta”, “ella no cabe en su cuerpo…” (una bailarina), “toda ella está metida en esa canción”, son dichos comunes que validan mi hipótesis.

Gozo y disfruto viendo en su oficio, a veces más que escuchando la pieza musical, a un intérprete, a un director o a un cantante haciendo gestos con todo el cuerpo: con las miradas, con los ojos (muchos de ellos lo hacen con ellos cerrados), con la boca sí que los hacen, especialmente ellas; como si nadie los estuviera viendo, como si solo estuvieran ellos ahí en el escenario y nadie más. Para ellos así es, no están solos, solo están ellos que es muy distinto; entregados de patas y manos a esa experiencia, están viviendo en carne propia la música, la llevan bien adentro y paradójicamente no la tienen, es la música la que los tiene a ellos.

 

En otras expresiones creativas como en las artes plásticas, la literatura, la arquitectura y el diseño (estas dos últimas conocidas como artes aplicadas), existen artistas con la misma vívida entrega, metidos hasta el alma en su oficio aunque no siempre con las mismas manifestaciones, por obvias razones. Mucho de lo anterior quedó dicho de maravilla en esta frase de Clarice Lispector: “Mi vida me quiere escritor y entonces escribo. No es una elección: es una íntima orden de batalla”.

 

¿Y el epígrafe? Con esta frase, que va muy de la mano con la última citada, lo conecto: “El niño no juega porque hay juguetes; hay juguetes porque el niño juega”. Es su naturaleza. Cuando el autor del epígrafe asegura que la creatividad pertenece a la infancia no puedo evitar imaginar a un niño haciendo una sola de las dos cosas que hace un niño: jugar u obedecerle a la mamá. Como en lo de obedecer no encuentro nada creativo, me permito concluir que la creatividad toda está en jugar y aquí conecto el epígrafe con todo lo escrito: nada como la manera en la que se entrega un niño al juego. Está tan metido que no oye, ni ve ni entiende nada del mundo exterior. Puede no comer, no obedece, sigue su instinto, no tiene noción ni del tiempo ni del espacio… solo existe lo que existe en el juego, es decir, él y el mundo que él crea.

 

48 años de mi vida dedicados a actividades creativas me permiten escribir lo escrito. He vivido todo ese tiempo entregado a mi oficio con alma, vida y sombrero, y con base en mi práctica y en estas reflexiones llego a la siguiente conclusión: puedo crear sin entregarme, sin meterme en el asunto y el resultado será superficial y nada me pasará, saldré intacto; o puedo crear metiéndome de lleno y el resultado será profundo y saldré enriquecido.

 

Releyendo lo escrito antes del último párrafo veo que además de los mencionados directores, cantantes, intérpretes, escritores, pintores, arquitectos y diseñadores, en la misma situación están los amantes: entregados, fascinados con su experiencia, “perdidos” en ella, sin noción del tiempo ni del espacio, llevan el amor bien adentro y no lo tienen, el amor los tiene a ellos.

Crear también es establecer conexiones que aparentemente están fuera de toda lógica. Voy a explorar más esa conexión que hago entre creatividad, artes y amor. Lo de la entrega, que es común, me lo permite. Y hay más: en todas hay un salto al vacío, hay miedos... Ya veremos

 

Para una visión más profunda y bella sobre el tema de este texto, pueden leer a través de este vínculo lo escrito por Jenn Díaz.

 

 

Por: Horacio Fernández

 

Diseñador Gráfico

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